NI AMA, NI ESCLAVA: LIBRE
A continuación, analizaremos la situación
general de las mujeres, en concreto en Egipto, principal punto de mira del
activismo feminista que actualmente se está desarrollando e impulsando en el
mundo arábigo y en el norte de África. Las principales preocupaciones de este tipo
de activismo, relacionado con las nuevas tecnologías (ciberactivismo), se centran en los siguientes puntos: la violencia y abusos
sexuales contra las mujeres, la falta de acceso político de las mujeres, algunas
prácticas sociales sexistas y machistas, así como el analfabetismo femenino.
En
primer lugar, la estadística revela datos alarmantes sobre la violencia que
sufren las mujeres diariamente en los países arábigos. En el caso concreto de
Egipto, según el ECWR (Centro Egipcio para los Derechos de las Mujeres), en 2005
se registraron 55 violaciones por día, y parece que en 2013 la situación apenas
mejoró: el 83 % de las mujeres afirmaron haber sufrido abuso sexual, el 62 % de
los hombres reconocieron haberlo cometido y el 61,4 % afirmaron haberse negado
a ayudar a las víctimas1. Sin embargo, el gobierno no solo no da el
apoyo suficiente a las mujeres, sino que incluso existe una justificación de
estas agresiones por parte de las fuerzas armadas y del propio Estado. De hecho,
según el Centro Nadeem de los Derechos Humanos, OpAntiSH e incluso algunos
testimonios en primera persona, el propio gobierno paga por las violaciones de
mujeres que participan en manifestaciones, en el contexto de protestas contra
Mohammed Morsi. Inclusive, se llevaban a cabo estas sangrientas y brutales violaciones
por parte de las fuerzas armadas. De esta manera, hay un mecanismo de exclusión
de las mujeres que intentan participar en la vida política, utilizando como
principal herramienta la violencia física y las agresiones sexuales. Esta situación
se justifica culpando a las propias víctimas, una mentalidad que está profundamente
arraigada a la sociedad egipcia. Se considera, tal y como afirmó el clérigo Abu
Islam en TV: “Las mujeres que van a protestar a Tahrir son prostitutas que
buscan ser violadas”2.
Rena effendi, fotógrafa egipcia, tras ser agredida en El Cairo (2011)
Según
Naciones Unidas y periódicos, como La Nación, toda esta violencia se aúna a los
matrimonios forzados y a la venta de mujeres esclavas al Estado Islámico3;
y, según Human Rights Watch, también a las “pruebas de la virginidad” y a las
ablaciones del clítoris. Por una parte, las “pruebas de la virginidad”, como la
“prueba de los dos dedos”, además de constituir una clara práctica sexista y machista,
no ofrecen ningún tipo de conocimiento científico sobre las relaciones sexuales
de la mujer, como menciona la OMS. De acuerdo con el OMS4, el himen
no siempre se rompe con la primera relación sexual, sino que puede romperse por
otras causas. Por otra parte, tal y como
afirma UNICEF5: “Se calcula que 70 millones de niñas y mujeres
actualmente en vida han sido sometidas a la mutilación/ablación genital
femenina en África”. En el caso concreto de Egipto, estamos hablando
del 91% de las mujeres. Se trata de una práctica de tradición africana que según
esta última fuente se practica por diversas razones: sexuales (evitar sentir
placer), sociológicas (paso de niña a adulta), estéticas (los genitales
femeninos se consideran antiestéticos), y de salud (existe la creencia de que
con esta práctica aumenta la fertilidad y la seguridad en el parto). Las
consecuencias de ello son las muertes de numerosas niñas y mujeres, que suelen morir
desangradas, o por la contracción de algún tipo de infección o de enfermedad.
Con respecto
al analfabetismo femenino, se ha dicho que ha disminuido en los últimos años en
el mundo arábigo, pero también, según la UNESCO y la Revista EAD (Educación de
Adultos y Desarrollo): “Las mujeres de otros cinco países (Irak, Egipto,
Mauritania, Marruecos y Yemen) no pudieron celebrar ninguna mejoría: sus tasas
de analfabetismo están todavía en un nivel entre el 50 y el 67 por ciento”6.
El
feminismo egipcio combate en contra de toda esta situación, que algunos consideran
que “va incrustado” o adherido a la Revolución de 2011 o “Revolución Blanca”,
que forma parte de la denominada Primavera Árabe7. No obstante, el feminismo
egipcio se había iniciado ya a principios del siglo XX8, algunos
estudios sostienen que se inició en el contexto de oposición a la ocupación británica,
cuando las mujeres se empezaron a incorporar al mundo laboral y educativo. La
Unión Feminista Egipcia, creada en 1923, abogaba por la igualdad de género y se
oponía a la interpretación patriarcal del Corán y de la Sharia en Egipto, que
se amparaba con el Estatuto Personal Musulmán. Huda Shaarawi fue un ejemplo de
mujer perteneciente a esta unión y una de aquellas mujeres que impulsaron un
nuevo pensamiento9, que a su vez en 1956 desembocaría en una reforma
constitucional por la cual las mujeres pudieron votar. Más adelante, en el año
2000 se creó la CNM (Consejo Nacional de la Mujer), cuyo principal objetivo es “la
potenciación social, política y económica de la mujer”10.
Ya
en el año 2011 la Revolución, que defendía principios como la justicia y la
igualdad, presentó algunos tintes feministas. El periodismo aquí jugó un papel
fundamental, pero a veces se veía silenciado por la censura del gobierno. Lora
Logan es una periodista sudafricana que fue enviada a la Plaza de Tahrir, donde
vivió en primera persona los vaivenes de la revolución y las fatales
consecuencias de ser mujer en un país eminentemente machista, donde sufrió una violación
multitudinaria11: el activismo feminista seguía siendo tan solo una
parte de la revolución. Shahira Amin también es otra periodista, en este caso egipcia,
cuyos reportajes sobre la ablación femenina y las “pruebas de la virginidad” tuvieron
un gran impacto, y concienciaron a gran parte de la población de los peligros
de estas prácticas machistas12. Sin embargo, puesto que el
periodismo era silenciado, este activismo feminista vino de la mano de Internet
y las grandes redes sociales, lo cual se denomina ciberactivismo. Los ideales revolucionarios feministas se
consiguieron difundir en gran parte a través de estos medios digitales. Por
ejemplo, destacó la actuación de la periodista egipcia Asmaa Mahfouz en
Internet13, quien recibió incluso el Premio Sájarov.
Sin embargo,
tras el triunfo de la revolución, por el cual se derrocó el régimen de Hosni
Hubarak, en el comité para la elaboración de la nueva constitución no
participaron mujeres, lo que originó nuevas protestas de carácter feminista. Actualmente,
Egipto cuenta con un régimen bastante autoritario, encabezado por Al- Sisi.
Este último protagonizó un golpe de estado, por el cual se convirtió en
presidente, supuestamente bajo las “demandas del pueblo”14. No
obstante, ha silenciado la voz de los protestantes y numerosas manifestaciones,
entre ellas las feministas. Ante esto, Internet de nuevo toma las riendas de la
revolución, con el ciberactivismo. Aliaa
Magda al Mahdy, una activista egipcia feminista, es un buen ejemplo de ello,
estudiante de Ciencias Políticas y una de las principales integrantes de FEMEN15.
Entrevista a Leila Nachawati, especialista en comunicación y DDHH e Oriente Medio (2011)
Como
conclusión, se podría afirmar que el machismo en Egipto está profundamente entretejido
a la mentalidad social. La mujer es tratada como un ser inferior, que sufre día
tras día verdaderas atrocidades y vejaciones. La unión entre feminismo y ciberactivismo puede ser apta para
mejorar esta situación, pero está claro que la igualdad entre hombres y mujeres
en Egipto todavía es una realidad abstracta. Egipto
es un lugar donde la condición de ser mujer, que no tendría que ser ningún tipo
de condición, determina todo un modo de vida. En este contexto, las mujeres,
como Nawal Al-Saadawi, que han sacado a flote toda esta ideología feminista, se
han de calificar como verdaderamente valientes, en un contexto en el que podían
sufrir cualquier tipo de represalias; y son estos los eslabones que van
cambiando mínima o agigantadamente la historia. Por ejemplo, la ya mencionada Asmaa
Mahfouz sufrió, tan solo por defender la igualdad entre mujeres y hombres, una
serie de amenazas. También otra de las valientes activistas egipcias, Nawal Al-Saadawi,
perdió algunos de sus trabajos en medicina, por su activismo a favor de los
derechos de la mujer16. Conseguir una mayor participación política, conseguir
la misma igualdad de oportunidades, tanto laborales como educativas, o el
simple hecho de poder salir a la calle sola, y libre, son verdaderos retos para
las mujeres egipcias, a las que se arrebata numerosos derechos y libertades. Una
mujer no tiene la culpa de sufrir violencia doméstica ni ningún tipo de agresión:
¡basta ya de discursos paternalistas que culpabilizan a las propias víctimas! ¡La
lucha ha de continuar! Y la lucha ha de continuar no solo en Egipto, sino también
en el resto del mundo, pues conviene matizar que el machismo no es algo
exclusivo de Egipto, también está presente en las sociedades occidentales. Como
menciona Nawal Al-Saadawi, “el mundo entero ha fracasado en conseguir la
igualdad”.
Principales referencias
7 http://www.politicaexterior.com/articulos/afkar-ideas/el-nuevo-feminismo-en-la-revolucion-egipcia/
14 http://www.politicaexterior.com/articulos/afkar-ideas/el-nuevo-feminismo-en-la-revolucion-egipcia/
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